Abundan las teorías sobre la existencia de un vasto, quizás
infinito, conjunto de universos además del nuestro propio. Sus defensores
argumentan que así se explica la existencia de la vida, y colocan al ser humano
en el centro de la creación.
En los últimos años se diría que algunos científicos se están
empeñando en redefinir la ciencia en aras de satisfacer su enorme ego. Abundan
estos años los artículos, conferencias y demás sobre la idea del llamado
multiverso, esto es, la existencia de un vasto, quizás infinito, conjunto de
universos además del nuestro propio. Sus defensores argumentan que tal
multiverso explica la existencia de la vida. Más aún, coloca al ser humano en el
centro de la propia creación.
A continuación, describiré, analizaré y criticaré las
principales líneas maestras de esta propuesta, concluyendo que significa un
peligroso alejamiento de la ciencia.
La cosmología es una ciencia especial. No me refiero por ser
fuente de docenas de ideas poco fundadas que pueblan la imaginación humana y
alientan la pseudociencia. No. Me refiero a una cuestión directamente
relacionada con el método científico. En particular, con la idea de la
experimentación, es decir, la reproducibilidad de los fenómenos naturales. El
Universo como tal, objeto de estudio de la cosmología, no admite experimentar
con él. Observamos, tomamos datos y los analizamos. Eso es todo.
Tal limitación, por supuesto, no resulta óbice para mantener
reflexiones argumentadas sobre lo no observable. Observaciones basadas en dichas
concepciones teóricas o bien corroborarán (al menos en parte), o bien refutarán
aquéllas. Ello, obviamente, si tales ideas teóricas son susceptibles de
verificación observacional. Es esta premisa, pilar del método científico, la que
se resiente con concepciones como la del multiverso.
La idea de multiverso en la cosmología actual se remonta a los
trabajos de Andrei Linde en la conocida como teoría inflacionaria caótica, donde
argumenta que nuestro universo es sólo uno más entre un conjunto (quizás
infinito) de universos en continua y eterna creación.
Otra versión de multiverso proviene de la famosa (!) teoría de
cuerdas; en particular, de su idea de un inmenso elenco de vacíos, cada uno
provisto de sus propias leyes. Según el fundador de la moderna visión de esta
teoría, Leonard Susskind, nuestro universo es, sencillamente, uno de tales
vacíos1.
En la actualidad, (la mayoría de) los teóricos de cuerdas y
(de) los simpatizantes de la inflación caótica toman ambos enfoques del
multiverso como común, de modo que consideran que sus ideas se respaldan entre
ellas. Conviene realizar un par de comentarios críticos a estas propuestas.
Es una idea bastante extendida (aunque lejos de estar
consensuada) que nuestro Universo sufrió un período de crecimiento vertiginoso
(exponencial) en sus primeros estadíos. Tal crecimiento es el período
inflacionario. Observaciones recientes, notablemente del satélite WMAP, parecen
corroborar las predicciones teóricas del modelo inflacionario, como la
emergencia de estructuras a gran escala. Ahora bien, la propuesta avanzada por
Linde y colaboradores se refiere a un posible escenario dentro del marco general
de la inflación. Existen modelos inflacionarios que no implican la existencia de
un multiverso. Más importante, las observaciones actuales tampoco requieren de
aquél.

En
lo que respecta a la teoría de cuerdas, ha de enfatizarse enérgicamente qué,
supuestamente, representa tal teoría. Históricamente, se propuso como
descripción de la fuerza nuclear fuerte. Al ser superada por la cromodinámica
cuántica en esta tarea, pasó a ser contemplada, con una adecuada revisión del
concepto de 'cuerda', como un marco teórico que aspiraba a unificar en una única
teoría todas las interacciones de la Naturaleza2. Con el tiempo, se realizó el
sorprendente (e inquietante) descubrimiento que no existía una sola teoría, sino
toda una familia de teorías, donde cada subteoría describía, aproximadamente, un
cierto domino de la Naturaleza. De forma casi inmediata, el teórico Ed Witten
especuló sobre la existencia de una teoría común, subyacente a esta familia de
teorías. Es lo que se conoce como Teoría M 3. Mis reservas hacia tal teoría son
importantes, por varios motivos:
• La calificación de teoría es debatible. No se conoce su
estructura matemática exacta; un sinfín de conjeturas la pueblan.
• No ha
realizado predicción testable alguna. Es más, con su elenco de versiones, es
capaz de explicar cualquier fenómeno mediante una elección adecuada de los
parámetros.
• El concepto de vacío, clave en la concepción del multiverso,
no está bien definido en esta teoría.
Tras exponer las principales motivaciones físicas que
desembocaron en la idea de multiverso, describiré en lo sucesivo el argumento
preferido por sus entusiastas sobre las ventajas de tal propuesta.
Con
objeto de contrarrestar las críticas vertidas sobre su naturaleza científica,
los proponentes del multiverso recurren a una explicación bastante curiosa, he
de admitir. Hablamos del principio antrópico4, cuya esencia afirma que las
condiciones de nuestro Universo son tales que la vida (inteligente) es posible5.
Si se aplica el principio antrópico al vasto número de posibles vacíos de la
teoría de cuerdas, el Nobel Steven Weinberg comenta:
"... podría explicar por qué las constantes que observamos en
la Naturaleza adoptan valores adecuados para la vida sin necesidad de la
intervención de un creador benevolente." [2].
El razonamiento de afirmaciones como ésta versa como sigue. En
un multivero con un número ingente (potencialmente infinito) de universos,
consideraciones púramente estadísticas implican la existencia de virtualmente
todos los valores posibles de las constantes de la Naturaleza; en particular,
aquéllos favorables para la vida (inteligente) se darán en, al menos, un
universo, que, sencillamente, es el nuestro.
Por partes. Desde que me hice eco de este tipo de
razonamientos, no puedo evitar pensar que es o bien absolutamente trivial, o
bien una aberración científica. La formación de estructuras complejas, como
galaxias o la propia vida, ha sido posible porque se dieron las condiciones
necesarias para ello. Obviamente, de haberse dado condiciones desfavorables para
la emergencia de tales estructuras, nadie de nosotros estaría aquí. El
razonamiento es decepcionantemente simple:
• A → B.
• B se observa en el Universo.
• Por tanto, A
es cierto.
Aquí,
A = condiciones favorables para la formación de estructuras
complejas.
B = existencia de tales estructuras complejas.
Pues bien, los proponentes del multiverso afirman que se dieron
las condiciones favorables para la formación de estructuras complejas porque,
estadísticamente, de todas las posibles condiciones en el multiverso, en, al
menos, uno de los universos tales condiciones se dieron necesariamente. Ahora
bien, esta premisa adicional es superflua y prescindible. Invocar la existencia
de una entidad no susceptible de observación alguna, como es el multiverso, para
"explicar" la complejidad de nuestro universo constituye una flagrante
desviación del rigor científico.
Pero esto no es todo. He aquí un par de comentarios de John D.
Barrow, cosmólogo, y Frank J. Tipler, físico-matemático [3]:
"Existe un Universo 'diseñado' con el propósito de generar y
mantener 'observadores'."
"Los observadores son necesarios para la existencia del
Universo."
Es difícil entender este tipo de afirmaciones dentro del marco
de la ciencia. La idea del diseño inteligente no es nueva, pero hasta hace unos
años no se había infiltrado en el ámbito científico. Aunque conviene remarcar de
nuevo que los 'observadores' mencionados no se restringen a los seres humanos,
considerar que el propósito del Universo es la creación de vida 'inteligente'
(capaz de 'observar') roza, si no toca, la teología. De nuevo, postular la
existencia de entidades no observables, ni ahora ni nunca, para describir la
complejidad que exhibe nuestro Universo no es ciencia.
Algunos objetarán, razonablemente, que la incapacidad de la
ciencia para explicar ciertos aspectos del Universo no debe impedir tratar de
acceder a ellos por otras vías. De acuerdo. Libertad de pensamiento. Pero
redefinir el significado de la ciencia para ocultar nuestra ignorancia es un
camino peligroso.
*En la literatura filosófica existen diversas concepciones de
multiverso. En el ámbito de las ciencias físicas, me consta de, al menos, dos
versiones: i) en cosmología (tema de este ensayo) y ii) en la interpretación de
"muchos mundos/mundos paralelos" de la mecánica cuántica. En el primer caso, el
'observador' no desempeña papel alguno; en el segundo, es crucial.
1- El concepto de 'vacío' en la física moderna es sutil. En
particular, nada tiene que ver con la 'nada' propia de debates filosóficos. En
esencia, el vacío de un sistema físico es el estado de mínima energía, conocido
como estado fundamental.
2- Se distinguen en la actualidad cuatro interacciones
fundamentales, a saber: i) la interacción nuclear fuerte, responsable de la
estabilidad nuclear (intensidad relativa 1); ii) interacción electromagnética,
que mantiene la cohesión atómica (i.r. 10-2); iii) interacción nuclear débil,
que origina el decaimiento nuclear, como la radiactividad (i.r. 10-13) y iv) la
gravitación, responsable de la atracción entre objetos masivos (i.r. 10-38).
Conviene reseñar, no obstante, que las intensidades de las interacciones
dependen de la energía. Los valores entre paréntesis se refieren a energías
ordinarias.
3- No está claro cuál es el significado de la 'M' de la Teoría
M. Algunas sugerencias: i) 'Membrana', extensión del concepto de 'cuerda' a más
dimensiones; ii) 'Maestra'; iii) 'Mágica'; iv) 'Misterio' y v) 'Matriz' (de
'Matrix Theory'), si la validez de esta última se demuestra alguna vez.
4- El adjetivo 'antrópico' es ambigüo, pues este principio no
privilegia, en general, al ser humano, sino a cualquier 'observador'.
5- En realidad, existen dos versiones del principio antrópico.
Más aún, ni siquiera hay consenso en las definiciones. Las dadas aquí se deben a
Carter [1]. La versión débil afirma que nuestra ubicación en el Universo es
necesariamente un privilegio, en el sentido de ser compatible con nuestra
existencia como 'observadores'. Por su parte, la versión fuerte establece que el
Universo debe ser tal que admita la aparición de 'observadores'. Para Carter, el
'debe' anterior es una deducción del hecho que, en efecto, existen tales
'observadores' (al menos los humanos). Para Barrow & Tipler, en cambio, tal
'debe' es un imperativo [3].
Referencias
[1] Large Number Coincidences and the
Anthropic Principle in Cosmology, Brandon Carter, en IAU Symposium 63:
Confrontation of Cosmological Theories with Observational Data, Dordrecht:
Reidel (1974), pp. 291–298.
[2] Living in the multiverse, Steven Weinberg,
en Universe or Multiverse?, editado por B. Carr, Cambridge University Press
(2009).
[3] The Anthropic Cosmological Principle, John D. Barrow & Frank
J. Tipler, Oxford University Press (1988).
Lecturas recomendadas
• Nuestro hábitat cósmico, Martin Rees,
Ediciones Paidós Ibérica (2002).
• Does The Multiverse Really Exist?, George
F. R. Ellis, Scientific American vol. 305, nº2 (2011).